domingo, 27 de febrero de 2011

los procesos terrastres


La superficie topográfica se modifica continuamente por la acción conjunta de procesos geológicos externos (erosión litoral, erosión de suelos, sedimentación, movimientos de glaciares, colapsos kársticos, expansividad de arcillas, migración de dunas, etc.) y de procesos geológicos internos (movimientos de placas litosféricas, terremotos, erupciones volcánicas, etc.). Estos procesos, además del clima y la litología y estructura de los materiales terrestres, condicionan el tipo de relieve.

El cambio del relieve terrestre se produce a diferente escala (desde desplazamientos de las placas litosféricas hasta la migración de pequeñas dunas), con diferente magnitud (desde la variación de varios cientos de metros de la cima de un volcán hasta décimas de milímetro por procesos de erosión) y con distinto rango de tiempo (desde fenómenos instantáneos como la caída de rocas hasta otros que duran anos como los procesos de reptación).

PROCESOS GEOLÓGICOS INTERNOS

Los terremotos, las erupciones volcánicas, el levantamiento de cadenas montañosas, entre otros, son desencadenados por la energía interna de la Tierra, siendo éstos responsables de la construcción continua de nuevo relieve. Aunque algunos de estos procesos, como la formación de una cordillera, son lentos (varios mm/ano), otros llegan a tener un carácter violento y repentino. Por ejemplo, durante la erupción del volcán St. Helens (Estados Unidos), el 18 de mayor de 1980, disminuyó la elevación de la cima casi 400 m. La ultima erupción en España, producida en el volcán Teneguía (Isla de La Palma) en 1971 arrojó un volumen aproximado de materiales volcánicos de 40 millones de metros cúbicos. Además de las erupciones volcánicas, los terremotos constituyen otro de los fenómenos que modifican la topografía en mayor grado. Uno de los eventos más espectaculares fue el desplazamiento de más de 20 m. registrados en algunos puntos de la Falla de San Andrés (California) durante el terremoto de San Francisco de 1906.

PROCESOS GEOLÓGICOS EXTERNOS

Los agentes geológicos externos (agua, hielo y aire) a través de procesos de meteorización física (erosión) y química, transporte y sedimentación modelan los nuevos relieves producidos por los procesos geológicos internos. Aunque aparentemente estos fenómenos son menos espectaculares, también movilizan importantes volúmenes de material a lo largo de la superficie terrestre. La mayoría de estos procesos los observamos día a día y apenas llegan a apreciarse, pero ocasionalmente pueden tener un carácter más enérgico. Por ejemplo, en abril de 1986, en Olivares (Granada), durante mas de 2 semanas 3.5 millones de metros cúbicos se deslizaron con una velocidad máxima de 2 m/h (Ferrer, 1987). Otros fenómenos más lentos, son los desplazamientos de glaciares que llegan a alcanzar velocidades medias de varios centenares de m/año (Pedraza, 1996). Algunos procesos externos que pueden llegar a ser importantes, sobre todo en zonas áridas y semiáridas, son los de erosión hídrica. Por ejemplo, en áreas acarcavadas en la Depresión del Ebro se han llegado a registrar variaciones topográficas por erosión de suelo del orden de la decena de cm/año en algunas zonas, lo que puede representar pérdidas de material del orden del centenar de Tm/Ha (Sirvent, et al., 1996).


Algunos fenómenos externos pueden estar inducidos por procesos geológicos internos. Tal es el caso del flujo de todo de 30 m. de altura, que se desplazó a más de 60 km/h, depositando 1 m. de lodo sobre una extensión de 40 km2, durante la erupción del volcán Nevado del Ruiz (Colombia) en 1985.

Las rocas ígneas

(latín ignius, "fuego") se forman cuando el magma (roca fundida) se enfría y se solidifica. Si el enfriamiento se produce lentamente bajo la superficie se forman rocas con cristales grandes denominadas rocas plutónicas o intrusivas, mientras que si el enfriamiento se produce rápidamente sobre la superficie, por ejemplo, tras una erupción volcánica, se forman rocas con cristales invisibles conocidas como rocas volcánicas o extrusivas. La menor parte de los 700 tipos de rocas ígneas que se han descrito se han formado bajo la superficie de la corteza terrestre. Ejemplos de rocas ígneas son la diorita, la riolita, el pórfido, el gabro, el basalto y el granito.

rocas sedimentaria

Las rocas sedimentarias son rocas que se forman por acumulación de sedimentos que, sometidos a procesos físicos y químicos (diagénesis), dan lugar a materiales más o menos consolidados de cierta consistencia.

Pueden formarse a las orillas de los ríos, en el fondo de barrancos, valles, lagos, mares, y en las desembocaduras de los ríos. Se hallan dispuestas formando capas o estratos.

Cubren más del 75 % de la superficie terrestre, formando una cobertura sedimentaria sobre un zócalo formado por rocas ígneas y, en menor medida, metamórficas. Sin embargo su volumen total es pequeño cuando se comparan sobre todo con las rocas ígneas, que no sólo forman la mayor parte de la corteza, sino la totalidad del manto.



rocas metamorficas
Las rocas metamórficas son las que se forman a partir de otras rocas mediante un proceso llamado metamorfismo. El metamorfismo nunca implica la fusión de la roca madre y se da indistintamente en rocas ígneas, rocas sedimentarias u otras rocas metamórficas, cuando éstas quedan sometidas a altas presiones (de alrededor de 1.500 bar (unidad de presión)s), altas temperaturas (entre 150 y 200 °C) o a un fluido activo (que provoca cambios en la composición de la roca, aportando nuevas sustancias a ésta).

Las rocas metamórficas se clasifican según sus propiedades físico-químicas. Los factores que definen las rocas metamórficas son dos: los minerales que las forman y las texturas que presentan dichas rocas. Las texturas son de dos tipos, foliadas y no foliada.

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